lunes, 1 de marzo de 2010

Los últimos de Filipinas y los héroes de Baler.

De éstas dos maneras son mundialmente conocidos los soldados españoles que lucharon en el sitio de Baler contra los independentistas filipinos en el marco de una guerra creada por los Estados Unidos para la conquista de las últimas colonias españolas de Ultramar( Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam), en lo que fue la guerra Hispano-Estadounidense, también conocida en España como "el desastre del 98"
Esta es la historia de los 337 días de sitio que sufrieron aquellos heroícos soldados españoles.

El primer día de sitio, los españoles encuentran cerca de esta iglesia una nota del enemigo en la que les advierten que cuentan con tres compañías para el asalto y los invitan a rendirse,para evitar un inútil derramamiento de sangre,los sitiados, teniendo en cuenta los acontecimientos que se habían ido sucediendo en los últimos tiempos, no dudaban acerca de la cantidad de las fuerzas enemigas y se temieron que el sitio que acababa de comenzar se iba a convertir en un largo asedio y que sería practicamente imposible salir de la iglesia. Al día siguiente, aparece otra nota, esta vez clavada en una caña de bambú en el suelo, con una hoja de platanera encima, para protegerla de la lluvia. En esta nueva carta, los insurrectos, al no haber recibido respuesta a la anterior, insistían en las victorias que se estaban produciendo sobre las tropas españolas y les informaban acerca de la caida de casi todas las provincias sitiadas por los independentistas filipinos.

Las Morenas, como Gobernador español de la isla, respondió que Manila(capital de Filipinas) no se rendiría por falta de agua, pues se podría utilizar la del mar. Así mismo los instó a volver a someterse a la obediencia de España, mostrandose dispuesto a recibirlos con los brazos abiertos si así lo hacían.

Al tercer día, el mismo día en que España perdía Cuba tras la batalla de Santiago de Cuba, Felix García Torres, otro desertor, llevó otra carta pero no fue recibida y le dijeron que hiciera entender al enemigo que si continuaban eligiendo ese tipo de emisarios, serían recibidos a balazos.

Tras un parón, días más tarde, los combates se reanudan y los filipinos, en un intento más de que los españoles se rindieran, envían otra carta, esta vez, con un tono más amenazante:

"Acabo de llegar con tres columnas de mi comando y, enterado de la resistencia inútil que mantenéis. os informo de que si disponéis las armas en el plazo de veinticuatro horas, respetaré vuestras vidas y propiedades, y seréis tratados con toda considereación. De lo contrario os obligaré a entregarlas. No tendré ninguna compasión de nadie y haré responsables a los oficiales de cualquier fatalidad que pueda ocurrir."

La respuesta española fue enviada a la mañana siguiente:

" A mediodía de hoy termina el periodo fijado en su amenaz. Los oficiales no pueden ser considerados responsables de las fatalidades que ocurran. Nos une la determinación de cumplir con nuestro deber, y deberás comprender que si tomas posesión de la iglesia, será solamente cuando no haya nada en ella sino más que los cuerpos muertos, la muerte es preferible a la deshonra".

Tras 120 días de indescansable asedio, los insurrectos volveron a escribir a los españoles, informandoles de que Filipinas ya no era territorio nacional de España y que, si se rendían, serían rapidamente embarcados hacia la península, los españoles replicaron que ningún ejército, al abandonar un territorio, puede olvidar a sus tropas desplegadas en el terreno. Por aquel entonces Martín cerezo contaba con 39 soldados, todos enfermos casi sin víveres, aunque había munición suficiente para seguir resistiendo.

Ante el temor del paso del tiempo resistiendo sin saber nada del exterior, el Teniente Martín Cerezo ordenó organizar pequeñas fiestas todas las tardes, en las que cantaban canciones y se aplaudía ostensiblemente. La actitud de los españoles irritaba a las tropas filipinas, que arreciaban el fuego y los insultos, lo que al mismo tiempo estimulaba el ánimo de los sitiados.

En la noche de Nochebuena de ese año, Martín Cerezo ordena a salir de la iglesia a sus soldados para obtener calabazas y frutos que crecían cerca de la Iglesia, el teniente solo contaba ya con 20 hombres, la acción fue un éxito y se llevó a cabo sin ninguna baja española y sin que los filipinos se dieran cuenta, esa noche los españoles celebraron la Nochebuena con un buen pollo asado de corral y fruta del tiempo, calabaza asada y café de postre, entre bromas y villancicos.

El Presidente de la República de Filipinas, Aguinaldo, conocedor de lo prolongado del sitio, envió varios cañones con tal de asaltar la Iglesia, causando 50 bajas por parte filipina y ninguna por parte española.Los filipinos, llamaron a parlamentar a los españoles, pero ante el silencio de los españoles, comenzaron a disparar de nuevo desde todas sus líneas, siguiendo causando bajas entre los servidores de los cañones filipinos.

En Abril de 1899, tras casi 300 días de asedio, ya apenas tenían nada que comer los soldados españoles, que se alimentaban de ratas, gusanos, caracoles y todo animal que por allí pasaba, pero ante todo esto los heróicos defensores de Baler continuaron en sus puestos, manteniendo la resistencia al estar convencidos de que defendían territorio español. En vista de ellos, los sitiadores hicieron aún más violentos los ataques, intentando incluso incendiar la iglesia, la actividad del teniente Médico Martín Cerezo era increible, enfermo y herido, se hacía trasladar en un sillón, allí donse su presencia era necesaria para ayudar a un compañero.

El desconcierto y el desánimo invadieron a los españoles, a su vez, un buque de guerra americano llegó a la playa con la intención de rescatar a los españoles, pues entonces también ellos eran enemigos de Filipinas al establecerse la Paz de París entreEspaña y los EE.UU. Pero la ignorancia de los españoles hicieron que 16 marines estadounidenses perdieran la vida en manos de los españoles, por lo que el buque abandonó la playa dejando abandonados a los esperanzados españoles que ya no tenian nada que comer, ni balas que disparar. Los heróicos defensores como tropa bien disciplinada, le dijerona su teniente que hiciera lo que a él mejor le pareciera, seguidamente este mandó llamar al jefe de las fuerzas sitiadoras.

Y así, honorablemente, dió fin tras 337 días de asedio el "Sitio de baler". El Teniente Martín Cerezo, enarbolando la bandera de España, encabezaba una formación de soldados agotados que con armas sobre el hombro, abandonaban el último solar español en el Pacífico, desde marzo de 1521. Le hacían pasillo soldados filipinos en posiciones de firmes, entre asombrados y admirados.

Tras esto, el Presidente Aguinaldo capituló: " Habiéndose hecha acreedora a la admiración del mundo de las fuerzas españolas que guarnecían el destacamento de Baler, por el valor, la constancia y heroísmo con que aquel puñado de hombres aislados y sin esperanza de auxilio alguno, han defendido su bandera por espacio de un año, realizando una epopeya tan gloriosa y tan propia del legenadario valor de los hijos del Cid y de Pelayo; rindiendo culto a las virtudes militares e interpretando los sentimientos del ejército de esta República, que bizarramente les ha combatido; a propuesta de mi secretario de Guerra, y de acuerdo con mi Consejo de Gobierno, vengo en disponer lo siguiente: Los individuos de que se componen las expresadas fuerzas no serán consiferadas como prisioneros, sino por el contrario, como amigos; y en su consecuencia, se les proveerá, por la Capitanía General, de los pases necesarios para que puedan regresar a su país.

Por fin, el 29 de julio del 99 embarcaron en el barco llamado "Alicante" camino de España. llegando a Barcelona el 1 de septiembre, siendo recibidos por las autoridades civiles y militares. Estos heroicos soldados españoles llamados "Los últimos de Filipinas" lo formaban 1 Teniente de Infantería, 1 teniente médico, 2 cabos, 1 corneta y 18 Soldados.
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